martes, 3 de agosto de 2010

LAS TAREAS DOMICILIARIAS.

NATALIA TRENCHI. “MI HIJO EL ALUMNO”.

El tiempo de hacer los deberes es un tiempo cargado de estrés en muchas familias. Los motivos son múltiples: exceso del docente, malas estrategias de organización familiar o baja tolerancia al esfuerzo.
Muchos padres desean que a sus hijos no les mandaran deberes, otros, que les mandaran menos y otros piden que les manden más.
Algunos docentes los usan para reforzar lo aprendido, otros para satisfacer las demandas de los padres y otros como penitencia.

OBJETIVOS DE LOS DEBERES.

¿Para qué sirven los deberes? Es la pregunta que muchos padres se hacen. Las ventajas potenciales de la tarea domiciliaria son múltiples:
• Practicar conceptos y habilidades aprendidos en clase.
• Aprender a buscar más información, a profundizarla, jerarquizarla e integrarla.
• Desarrollar y fortalecer hábitos de estudio autónomo y de autodisciplina: aprender a organizarse, a administrar el tiempo, a posponer gratificaciones por un objetivo de trabajo.
• Permitir que los padres conozcan el nivel y el estilo de trabajo de su hijo y darles la posibilidad de intervenir si lo consideran necesario y/o útil.
• Demostrar el apoyo y la valoración que la familia otorga al aprendizaje.
• Pueden ser la manera de ampliar el entorno de aprendizaje, haciéndoles vivir a los niños la experiencia de que aprender es algo natural y no exclusivo del ámbito escolar.
En la realidad, estos objetivos muchas veces no se cumplen o se desvirtúan. En el mundo hay distintos grupos de investigadores de diferentes disciplinas que, basados en sus hallazgos, proponen la abolición de los deberes. Hay libros publicados cuyos títulos son bastante elocuentes: El fin de los deberes: cómo los deberes perturban a las familias, saturan a los niños y empeoran el aprendizaje. El caso contra los deberes: cómo los deberes están dañando a nuestros niños y qué podemos hacer al respecto. El mito de los deberes: por qué los niños reciben demasiado de algo malo.
De acuerdo con estos investigadores no hay evidencia de que los deberes sirvan para algo. De hecho implican sedentarismo, la falta de ejercicio físico provoca problemas de obesidad infantil.
Para crecer sanos los niños necesitan un balance adecuado entre trabajo, descanso y juego, tiempo para desarrollar actividades extraacadémicas y para la vida familiar. Muchos niños enfrentan largas jornadas escolares de las que vuelven cansados. En estos casos los deberes solo agregan fatiga, estrés y desagrado por la tarea, sin mencionar su efecto negativo sobre el clima familiar.
Para muchos, la afirmación de que los deberes estimulan la autodisciplina es un mito, y deberíamos creerles si vemos qué es lo que pasa en muchas familias: padres que persiguen enojados a los niños para que hagan la tarea, los amenazan con penitencias, los obligan o se sientan a hacerla con ellos, e incluso a veces directamente se la hacen o le pagan a alguien para que se la haga. Nada más lejos de fortalecer la autonomía y el gusto por cumplir con la tarea que estas torturas cotidianas presentan para tantos hogares.
En cuanto a las ventajas académicas, muchos se preguntan cuánto más aprende un niño por hacer una hoja de cuentas o cuánto aumenta su vocabulario por aprender de memoria una lista de palabras. ¿No será más útil que le quede tiempo para poder leer por placer? ¿O para conversar con su abuelo? ¿No será mejor que le quedara tiempo para acompañar a su padre al almacén e ir calculando cuánto va gastando? Sin duda. Sin embargo, la realidad también nos dice que, aun sin deberes y con el tiempo necesario, estas actividades no siempre se llevan a cabo, y lo que llena el tiempo libre de los niños la mayor parte de las veces son pantallas y más pantallas.
¿Desaconsejamos entonces los deberes? No. Proponemos que se usen bien, basándose en las necesidades y realidades de los niños y sus familias.

LOS DEBERES ÚTILES SON AQUELLOS QUE…

• Pueden efectivamente ser realizados por el niño solo, con la eventual supervisión de un adulto, pero sin su imprescindible presencia. Para ello es muy importante comunicar claramente cómo deben hacerse, asegurarse de que el niño entiende y dar alternativa para cundo no logre hacerlos.
• Ocupan un tiempo prudencial, que implica hacerse un lugar y un tiempo fuera de la escuela, pero que no impiden las actividades extraescolares. Están quienes proponen que el tiempo que debe insumir la tarea domiciliaria sea de no más de diez minutos por día para primer año, e ir subiendo diez minutos por día por cada año escolar, ya que cualquier beneficio se pierde si hay sobrecarga de trabajo. La cantidad de deberes varía mucho de escuela en escuela y aun de docente en docente. Es necesario que haya una política expresa y explícita de deberes en cada institución, que surja de su filosofía pedagógica y de sus objetivos formativos.
• Los que tienen un sentido para el trabajo en la escuela.
• Los que implican actividades variadas, de modo de aprovechar diferentes recursos y practicar distintas habilidades.
• Los que permiten desarrollar y fortalecer diferentes capacidades útiles de organización y planificación, para lo cual es recomendable asignar tareas para entregar a corto y también a mediano plazo.
• Si el docente corrige siempre, el maestro siempre debe dar una devolución de la tarea domiciliaria, y cuanto más inmediata, mejor. De no ser así, el niño recibe el mensaje de que poco importa hacerlos o no hacerlos.

ALGUNAS GUÍAS PARA EL MEJOR APROVECHAMIENTO DE LA TAREA DOMICILIARIA.

• Uno de los objetivos más importantes de los deberes es que los niños los hagan por sí mismos. Hay que enseñarles que son una prioridad a la que hay que hacerle un tiempo y un lugar.
• Es imprescindible que se puedan hacer en una atmósfera tranquila: sin peleas, sin enojos ni amenazas. Si bien es cierto que es importante que el niño cumpla con los deberes, hay que tener en cuenta que no es buena cosa pagar cualquier precio para ello. No puede pagarse el precio de la autoestima, ni del respeto mutuo, ni de la adecuada relación padre-hijo.
• La elección del lugar para hacer los deberes es fundamental. Debe encontrarse o generarse un lugar tranquilo y confortable, donde haya pocas cosas que puedan distraer la atención del niño. Bajo ningún concepto deben hacerse con la televisión encendida, ni chateando, ni con el celular sobre la mesa recibiendo mensajes. A muchos niños, trabajar en la cocina, cerca de donde sus padres están haciendo la cena, les da la seguridad que necesitan. Para otros lo que funciona es la soledad de un escritorio.
• Entre las estrategias de motivación que favorecen a los niños está la de anticipar lo que necesitarán para la tarea y procurárselo antes de comenzar.
• Cada familia puede acordar cuál es el mejor momento para hacer los deberes. Algunas prefieren hacerlos apenas llegan de la escuela, otras luego de un descanso. Lo importante es que la oportunidad se acuerde con anticipación, pensando qué es lo mejor para el niño y la vida familiar, y luego se cumpla. En algunos casos puede ser necesario establecer un plan de estímulos para crear el hábito deseado.
• El rol de los padres en la realización de los deberes debe ser el de un entrenador: da las estrategias, enseña tácticas, supervisa y alienta. No debe ser un vigilante, un juez, un esclavo ni parecerse al maestro.
• Deben ser el padre y la madre los que le generen al hijo el mejor clima para que haga por sí mismo lo que tiene que hacer.
• El rol del docente es el de estimular el cumplimiento del deber y poner las consecuencias negativas acordadas por el no cumplimiento.
                                                                                                 Héctor Moreira.
                                                                                                Maestro Director.

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